Como había comentado en la entrada anterior, estaré subiendo micro y pequeños relatos semanalmente, de acuerdo a lo que plantea el #RetoBradbury2018.
Por aquí les dejo el primero, sin nombre, como lo serán todos. Dejo abierta la posibilidad a que hagan sugerencias de títulos en los comentarios y me dejen sus impresiones como guía.
Terminó
su baño aromatizado con sales y en un perfumado contexto de inciensos como
siempre deseaba hacer y nunca se daba el tiempo. Hoy había cedido a la
tentación de que su cuerpo gozara de la frescura y que sus sentidos se elevaran.
Esa noche se daba el gusto que posponía cada día por el trabajo, por el apuro,
por el después.
Se
envolvió en el suave toallón y masajeó su cuerpo eliminando las gotas, a la vez
que vestía su bello camisón de seda y la robe de chambre, tradicionalmente
guardada para mejores ocasiones. ¿Qué mejor oportunidad que la de esta noche?
Pasó
al dormitorio sin hacer ruido, disfrutando de la calma de la madrugada. Su
esposo, su amante y amigo dormía con profundidad, su pecho subiendo y bajando
por la respiración pesada que le hacía roncar como un motor. Sonrió con
ternura. Estaba acostumbrada. Era uno de esos sonidos molestos de los primeros
años del vivir juntos que se vuelven amados con la convivencia, porque indican
que el otro está ahí.
Se
sentó frente al espejo y peinó con cuidado el cabello ralo, sin mirar ese
cepillo que de seguro se llevaba otro buen mechón de lo que había sido una
cabecera brillosa y lacia. Colocó la peluca con destreza y observó su rostro. Estaba
tan demacrado que sintió la tentación de maquillarlo. ¿Qué importaba que fuera
ridícula la hora? ¿Por qué necesitaba un motivo para mimarse? Recuperar un poco
la vivacidad de sus mejillas, tapar esas ojeras profundas que imponían fea
aureola para sus ojos verdes, tantas veces ponderados y hoy con tan poco
brillo. Acometió la tarea con decisión.
Sorbió
su té de hierbas mientras aplicaba la base y el delineador, a la vez que daba
brillo a sus labios Por un instante se vio como hacía tiempo no le ocurría,
pronta a salir y celebrar la vida.
Suspiró
y emprendió la tarea de escribir la nota, ya lo había pospuesto demasiado. ¿Qué
le dice uno al amor de su vida, a ese amor diario y tranquilo que todo lo
intenta, todo lo busca, todo lo perdona? A veces las palabras parecen tan poco
para expresar los sentimientos que explotan en el pecho. Pero lo intentó, era
importante que su sentir se expresara claro y fuerte. Las frases fueron finalmente
pocas pero al releerlas, sintió que decían mucho.
Sonrío
y besó el papel, dejando registro de sus labios. Ya era tarde y se sentía muy
cansada. Él leería la carta al amanecer y ella ya se habría ido. Sentía hacerlo
sin despedirse en persona pero sabía que no podía ser de otro modo; él no se lo
permitiría y ella se dejaría convencer. Sus ojos se entrecerraron y el dolor en
su abdomen se hizo intenso, muy intenso hasta ceder.
La
luz de la mañana colándose por las cortinas despertó al hombre que tanteó el
lugar a su lado en el lecho, buscando a su amada. No estaba. Miró a su
alrededor y la vio dormida en la silla, su cabeza recostada sobre sus brazos
cruzados. ¡Tan bella a pesar de su cruel enfermedad!
Se
acercó dispuesto al saludo y entonces la sintió fría. Tan fría. A su lado la
nota, que leyó desesperado y que le daba una declaración póstuma de amor. Se le
oprimió el pecho, su respiración se agitó y estuvo a un tris de gritar. Pero
entonces supo que ella estaba en paz, esa paz que tanto le había faltado por
meses, en los cuales batalló como una leona por su vida y en los que dejó su
alegría, su vigor y poco a poco su ánimo y deseos.
“Vuela
en paz, cielo” pudo apenas musitar antes de romper en sollozos.
“Mi amado Denis.
Conoces todo mi ser, ¿qué podría decirte que
tú no sepas o intuyas de mí ya?
Has sido mi fiel
caballero y te amo, pero estoy cansada y soy cobarde. Tengo miedo y mi cuerpo
no me responde.
Sé que tienes
esperanza y me amas tanto que hipotecarías tu vida por mí, pero no es eso lo
que quiero.
Elijo la hora de mi
muerte sabiendo que aún me amas y deseas y que tienes años enteros por delante.
No me llores Recuérdame con cariño y perdóname, perdóname. Nunca fui tan fuerte
y buena como pensaste y te fallé muchas veces. Pero aún con mis errores te amé
y te seguiré amando.
Quiero que vivas, que vivas mucho y a tope.
Recupera el tiempo, viaja, cumple tus sueños. Se que los tienes y los
pospusiste por mí. ¡¡¡Vive, mi cielo, vive!!!
Alejandra”